Si pensamos en la persona que más ha difundido la Alhambra de Granada a nivel internacional, el nombre que se nos ocurre no es otro que, Washington Irving. Lo cual lo consiguió, gracias a la publicación de una de sus obras más importantes, los conocidos “Cuentos de la Alhambra”.
Washington Irving en la Alhambra, residió durante tres meses, sin embargo, éste no fue el primer contacto que el escritor tuvo con la ciudad. Puesto que, previamente había visitado la ciudad granadina durante 10 días.
WASHINGTON IRVING ALHAMBRA
La importancia para Granada de la creación de los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving, se debe a que con su literatura el escritor consiguió llamar la atención de muchos viajeros. Para crearlos Washington Irving en la Alhambra, no sólo se guio por sus propias experiencias. Sino que también, se impregnó de la tradición oral de la población local de la época. Con todo ello unido a su calidad como escritor, consiguió elaborar 41 historias. En las que supo traspasar fronteras y poner al alcance de cualquiera, el encanto y el misterio que transmite la Alhambra.
Sin embargo, su importante aportación no se reduce a este aspecto únicamente. Sino que también hay que agradecerle que, en la actualidad, podamos disfrutar del palacio nazarí como en sus orígenes. Esto es así ya que, tuvo un importante papel en las labores de conservación, para que la Alhambra se mantuviera fiel y no se realizasen cambios que le hicieran perder su esencia.
Todo esto, hizo que le llamasen “hijo de la Alhambra”, un término con el que se sentía muy alagado y feliz. Y que, en 2009, se usó como inscripción en la estatua que se levantó en su honor. En la cual, se representa a Washington Irving erguido y sobre un pedestal de piedra marmórea.
WASHINGTON IRVING LA ALHAMBRA
La estancia de Washington Irving en la Alhambra se prolongó como ya hemos dicho, durante 3 meses. En ella, el escritor no siempre se alojó en el mismo lugar. Al comienzo, se instaló en unos apartamentos ubicados en el Palacio de Carlos V, junto a su amigo el príncipe Dolgorouki. Pero poco después, en uno de sus paseos diarios descubre unas estancias misteriosas en el mismo palacio, que no estaban siendo utilizadas. Las cuales en su momento se habían preparado para la reina Isabel de Farnesio. Pero el escritor quedó tan encantado con el lugar, que decidió trasladarse a ellas. A pesar de que, estuvieran más abandonadas y cerradas. Sin embargo, durante la estancia de Washington Irving en la Alhambra, otros de los lugares en los que le encantaba pasar tiempo y cómo no, era en el Patio de los Leones. Allí como el mismo relataba en una carta a su amigo Dolgorouki, se sentía desayunando como los mismísimos reyes nazaríes. Aunque para desayunar y almorzar otro de sus sitios favoritos, además del Patio de los Leones, también era el Salón de Embajadores. Pero comer y pasear por las diferentes estancias del palacio, no eran los únicos pasatiempos del escritor.
También disfrutaba subiéndose a la Torre de Comares, para desde allí divisar las tareas cotidianas de los habitantes de la ciudad. Aunque hay otra tarea con la cual no podemos ni imaginar en la actualidad. Y es que Washington Irving, aprovechaba para utilizar como piscina de agua templada uno de los estanques que había en un patio. Gracias a que éste se calentaba, con la luz solar que recibía después de todo el día.
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